Hola lectores y lectoras.
Hoy os traigo la última reseña del mes, de la mano de un
libro de Dolores Redondo, la primera parte de su trilogía del Baztán: El Guardián
Invisible.
Antes de empezar la reseña me gustaría explicaros cómo me he
sentido al leer este libro ya que creo que es importante para lo que pienso de
él y la nota que le he puesto, al ser una novela conocida y con un gran éxito.
Al principio, en las primeras páginas, todo me parecía muy
lioso, me parecía que había personajes que sobraban, que la autora se iba por
las ramas al contar la historia de la protagonista, dejando de lado el caso
fundamental del libro. Pero con el paso de las páginas y con el descubrimiento
tanto de la trama principal como de los personajes y de la vida de la
protagonista, empecé a interesarme por el libro, hasta el punto de que las últimas
cien páginas me las leí en una tarde.
Esto me llevó a pensar que no era un mal libro, sino que al
principio era lento, pero mientras que vas pasando las páginas te va enganchando
más y más hasta que, sin darte cuenta, en una semana te lo has terminado. Es por
eso por lo que le he puesto un 6 al libro -en mi Goodreads, que lo tenéis por
aquí, tiene tres estrellas-.
Ya explicada mi experiencia, la novela se da en el valle del
Baztán, en una localidad de Navarra, más concretamente en el pueblo de Elizondo.
Allí, han aparecido una serie de niñas asesinadas a la margen del río con unos
zapatos de tacón en las lindes de las carreteras marcando el lugar del crimen.
La inspectora que investiga dichos asesinatos es Amaia
Salazar, proveniente del pueblo donde se dan los asesinatos, lo que la lleva a
ir allí a investigar. Además, descubre que las niñas están desnudas y tienen en
el pubis un txanxigorri -dulce tradicional de la zona-, marca de la juventud y
el pudor, siendo una marca del asesino.
Estos casos le hacen a la inspectora desplazarse a Elizondo
con su marido y sus compañeros, donde Amaia recuerda aspectos de un pasado
tortuoso y oscuro a causa de uno de sus familiares. Se reencuentra con su tía
Engrasi y con sus hermanas Ros y Flora, la cual trabaja y dirige el obrador
familiar.
En su estancia en Elizondo, Amaia resucita los fantasmas del
pasado y debe ahuyentarlos para descubrir al asesino, que sigue matando niñas
preadolescentes con el mismo modus operandi, ayudándose tanto de los saberes cotidianos
de su familia, como de aspectos de la mitología vasca, de la tecnología y la
ciencia criminalística.
Para terminar, me gustaría decir que lo que más me ha
gustado del libro es la forma que tiene la autora de relacionar los crímenes
con la vida de Amaia, el trabajo de la policía y los saberes cotidianos para
descubrir al asesino en serie que está poniendo en peligro la tranquilidad del
valle.
No sé lo que opinar de este libro, ya os he dicho al principio lo que me ha parecido, y yo me voy a leer la segunda y la tercera parte de la trilogía, pero no sé si lo recomendaría. Pero lo que sí os digo es que, si lo queréis leer, no juzguéis el libro por sus primeras páginas, seguid leyendo hasta el final porque hay un momento que engancha y que no puedes parar.
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