Hola lectores y lectoras.
Tal y como hice la semana pasada al escribir la reseña de Cartas sobre la mesa, hoy os traigo una
nueva reseña de otro libro de Agatha Christie, más concretamente de su ópera
prima: El misterioso caso de Styles.
Antes de pasar a hablaros de la trama de esta obra, quiero
indicar que no era un libro que tenía en mis planes leerme, ya que había otros
que quería leer antes, pero cuando terminé Cartas
sobre la mesa me acerqué a la librería de mi barrio a encargar un libro y
todavía no me ha llegado (cuando me lo lea no dudéis que subiré una reseña). Al
no tenerlo pensé: ¿qué puedo leer hasta que me consigan el libro? Entonces,
dije: algo corto y que se lea rápido, porque si me lo traen en una semana
quiero empezarlo en cuanto lo tenga. Por tanto, decidí leerme este primer libro
de Agatha Christie con la intención de ver cómo había evolucionado la escritora
a partir de este libro.
Así, fue como me hice con esta obra y empecé su lectura.
En él ya aparece el célebre detective Hércules Poirot, que
es un refugiado belga de la I Guerra Mundial, acogido por la señora Inglethorp,
la cual tiene una gran casa en su poder: la Casa de Styles. La historia, al
contrario que en muchas de las novelas de la autora, está contada en primera
persona desde los ojos de Hastings, que es un detective amigo de Poirot que
está pasando una temporada en la Casa pues le había invitado un amigo.
Así, una noche, tras una discusión muy fuerte, la señora
Inglethorp es presa de un ataque nervioso, cuyos gritos levantan a toda la
casa, ya que son espeluznantes. Todos los habitantes del hogar van a ver qué
pasa y aprecian como la mujer está siendo víctima de grandes ataques, hasta que
grita dos veces el nombre de su marido y cae desplomada.
De esta manera, un médico que estaba en la casa: el doctor
Beaurstein se acerca a examinarla y pide inmediatamente una autopsia, que dice
que la señora ha sido envenenada con estricnina.
Es ahí cuando Hastings va a avisar al pueblo a su amigo
Poirot de lo sucedido para que le ayude a investigar y empieza una ardua
indagación en la que son acusados diferentes miembros de la casa, hasta que el
belga (a pesar de que Hastings le tacha infinitas veces de “cabeza de
chorlito”) descubre lo sucedido y el asesino es desenmascarado y ajusticiado.
Bien, os estaréis preguntando si conseguí ver la evolución
de Agatha Christie a partir de esta novela. Pues la respuesta es que no lo sé,
porque no me he leído muchos libros de Agatha Christie en comparación con los
más de sesenta que escribió, por tanto, no puedo juzgar si ha cambiado mucho.
Lo que sí que puedo decir es que me llamó la atención que narrara la historia
en primera persona y que no incluyera una guía del lector para que uno no se
perdiese, lo cual supongo que lo incluiría en novelas posteriores que me iré
leyendo.
Sin embargo, lo que sí que puedo asegurar, es que, al igual
que todos los libros de esta afamada escritora, la historia te engancha de
principio a fin, ya que hasta el final no sabes quién es el asesino por muchas
teorías que tengas y que la lógica y el ingenio de Poirot existía en la mente
de Agatha Christie antes de escribir una primera línea, además de su manía por
el orden y la pulcritud.
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