domingo, 25 de octubre de 2020

EL PRINCIPITO

 Hola lectores y lectoras.

Todos tenemos libros comunes en nuestras estanterías que no tocamos ni leemos, pero que sabemos que están allí, de adorno, esperando a ser leídos por nosotros. Eso, seguramente, nos pase con el libro –o cuento- del que os voy a hablar hoy: El Principito de Antoine de Saint-Exupéry.

Antes de pasar a la reseña del libro me gustaría explicaros por qué decidí leer este cuento ahora, y fue, simplemente, porque tenía ganas de leerlo, porque no me lo dejaban de recomendar amigos, veía vídeos en YouTube que decían que era una maravilla. Pero no me decidía a hacerlo porque pensaba: “es un cuento, no me va a aportar nada y me va a aburrir” (tonto de mí).

Por tanto, voy a pediros, aunque lo haré al final de este post, que no dejéis este libro en la estantería cogiendo polvo porque, a pesar de ser un cuento y posiblemente sea para los niños, su lectura te cambia la forma de ver la vida y te ayuda a crecer como persona.

De esta manera, ya realizada esta explicación, el texto se basa en la vida de un niño con cabellos de oro que era el príncipe de un satélite muy pequeño del sistema solar. Había llegado a la Tierra para crecer como persona, dejando en su planeta a una florecita para la que vivía. Al llegar a la tierra no se encuentran a nadie, al caer en el Sáhara, pero se encuentra a un aviador que ha tenido un accidente en el motor de su transporte.

Al conocer al aviador, que es el narrador de la historia, pero no el protagonista, el principito le empieza a pedir que le haga dibujos de corderos y cajas para cogerlos. Para que viva en su minúsculo planeta con el fin de comerse los baobabs, pero que no se coman a su flor y este se lo realiza. Tras ganarse su confianza, el principito le cuenta su periplo para llegar a la Tierra y le explica que ha venido para conocer a las personas mayores. Pero llega a la conclusión de que los mayores no disfrutamos de la vida ni la vivimos, solo nos quedamos en los puntos y los números, dejando atrás la preciosidad de las puestas de sol o de las estrellas.

En este periplo pasa el Principito por diferentes planetas en los que viven personas mayores de diferente índole: un rey absoluto, un borracho, un farolero, un hombre de finanzas y un vanidoso. En todos estos lugares se le queda clara la idea de que los mayores no disfrutamos de la vida.

Finalmente, el Principito se da cuenta de que solo había tenido dos personas que le habían entendido desde el principio, que habían sido sus amigos y que le habían ayudado: su flor y el aviador. Es por ello que el Principito vuelve a su planeta con una idea clara: quería disfrutar de lo que había allí y divertirse con su flor. El libro termina con un gran epílogo del aviador que, de verdad, si, en cualquier libro es obligatorio leer el epílogo, en este aún más.

Antes de terminar quiero recalcar dos aspectos de este pequeño cuento: no todos los cuentos son para niños, incluso hay cuentos que no son para niños. Este no es el caso, pues lo pueden leer niños, pero, tal y como he dicho al principio, este cuento es de obligatoria lectura tanto a los niños como a los mayores. Y es con esta idea con la que se relaciona la segunda premisa, que es que:

Mayores del mundo, dejad los números a un lado y lo que creéis que es la vida. Disfrutadla de verdad, mirad las estrellas por la noche y disfrutar de los atardeceres.

2 comentarios:

  1. Me ha encantado. Es de mis libros favoritos y creo que todo el mundo debería leérselo al menos una vez en su vida, tanto los que no se lo han leído como los que sí, pues verdaderamente te cambia la forma de ver el mundo, ya seas niño, adolescente o adulto, la magia del Principito conmueve a todo lector.

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