domingo, 22 de noviembre de 2020

MIENTRAS ESCRIBO

Hola lectores y lectoras.

Si os pregunto a cada uno de vosotros cuál es el autor de terror más conocido del mundo y de la historia estaréis entre tres seguramente, Lovecraft, Bram Stocker y Stephen King, pero si os reformulo la pregunta sobre el mejor autor de terror en la actualidad todos me diréis –salvo excepciones, que siempre las hay- Stephen King. Y, siguiendo con las preguntas, si os preguntara un libro de Stephen King me diríais It, Carrie, El Resplandor, La Milla Verde… y demás libros escritos por dicho autor que han tenido un gran éxito.

No obstante, ninguno me diríais, salvo sorpresa grata, el título del libro que voy a reseñar hoy, que es Mientras escribo. Claro está que no es una novela al uso y, por ende, no es muy conocida, pero eso no quita para que tenga ápices de novela y que sea un gran libro.

Antes de empezar la reseña, os quiero explicar cómo descubrí Mientras escribo y por qué me ha dado por leerlo antes que elegir cualquier otro de este autor. Bien, pues la respuesta fue que en verano fui con unos amigos a un centro comercial a comer y decidimos entrar en el Fnac. Ahí vi el libro y me lo apunté en mi lista interminable de lecturas pendientes, pero no me lo llevé, pues me compré Reina Roja (aquí tenéis su reseña).

Esta fue la manera en la que descubrí el libro, pero lo empecé a leer este mes porque, sencillamente, me apetecía y porque estaba en un bloqueo escritor bastante grande que, creo, el libro ha conseguido romper.

Así, el libro es una especie de manual sobre cómo convertirse en escritor, aunque no es un manual al uso, como indica Stephen en sus primeras páginas. Empieza explicando cómo el autor consiguió publicar su primera novela, que ya tuvo mucho éxito: Carrie en 1974. En ella narra lo difícil que le fue publicar su primera novela, pero lo que disfrutaba escribiendo y leyendo desde los ocho años, destacando sus más de veinte negativas de publicación que recibió y que colgaba en el corcho de su pared para darse fuerzas. Además, en esta parte, cuenta su adicción a las drogas y el alcohol, que le hacían escribir y estar en una constante depresión, de la que salía a base de la escritura y la lectura.

Tras esta breve autobiografía, en la que vemos el papel fundamental de la mujer de Stephen King, el gran escritor explica cómo se escribe y las herramientas que tiene que tener un escritor en sus manos: tiempo para leer y escribir, palabras, frases y párrafos. En resumen, lo que enseña Stephen en este punto es que no se necesita mucho para escribir, solo tiempo y ganas: “Si no tiene tiempo para leer, no tendrá tiempo o las herramientas necesarias para escribir

Después, King nos cuenta cómo es su proceso de escribir, la rutina que tiene y comparte una idea bastante buena, basada en que él deja correr la imaginación, escribe lo que le viene a la cabeza en una primera revisión, no esquematiza, solo escribe con la puerta cerrar para su lector ideal, que es su mujer. Tras escribir con la puerta cerrada abre la puerta a su novela, que la leen su mujer y cinco amigos que la critican. Luego la manda a la editorial.

El libro acaba –sí, sé que parece que estoy haciendo spoilers, pero como no es una novela al uso perdonádmelo por una vez y, qué narices, que lo que voy a contar ahora lo cuenta en la sinopsis del libro, para spoiler el que me llevé yo- con el accidente que sufrió el autor en el verano de 1999 que casi le cuesta la vida y cómo el simple hecho de poder escribir tres meses después fue la mejor medicina que le pudieron dar. Es así como salió este libro y es cómo sintetiza Stephen King la escritura: felicidad y evasión del mundo real al tuyo –aspecto que alguno de vosotros en este post me dijisteis-.

No quiero terminar la reseña del libro sin decir que, aunque haya habido una parte que me ha parecido más pesada, todo el mundo puede leerlo, ya sean escritores, gente aficionada a Stephen King o, simplemente, personas que quieran pasar un buen rato con una conversación íntima con el propio autor, que escribe en primera persona y tiene la gran capacidad de hacerte pensar que estás charlando con él.

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